¡De Compras y
Esquivando ZBE: La Odisea del Conductor Superviviente!
¡Qué pasa, amigos! La
vida moderna nos tiene siempre al límite. Si no es un virus marciano, es el
estrés del trabajo... y ahora, ¡la contaminación! Pero ojo, que siempre
hay alguien ahí, velando por nuestra salud... o eso creíamos.
Resulta que yo,
inocente de mí, veía esos cartelitos luminosos de las ZBE (Zonas de Bajas
Emisiones) al entrar en las ciudades y pensaba: "¡Qué majos! Es una
zona de cuarentena anti polución para protegernos mientras pasamos". Yo ya
me imaginaba un túnel con purificadores de aire y enfermeras repartiendo
oxígeno.
¡ERROR!
¡Todo lo contrario,
chato! Esos letreros de neón, más que una advertencia, son una cuenta
regresiva. Eran el anuncio del Día H (de "Hostia", por la multa),
esa fecha fatídica en la que, si no tienes un coche más limpio que las
intenciones de un político, te prohíben el paso. ¡Y seamos sinceros, la gran
mayoría de nuestros "carromatos" no cumplen los requisitos de la DGT ni de casualidad! Así que, vete
preparando el bolsillo, porque o hipotecas un riñón para un coche nuevo, o te
arriesgas a que la multa te caiga cada dos por tres.
La Práctica de Conducción Anti zona
Esta semana pasada,
¡he vuelto a mis tiempos de prácticas del carnet de conducir! Sí, con el mismo
nivel de pánico y concentración, pero esta vez, en lugar de aparcar en batería,
estaba intentando sortear las ZBE.
Íbamos mi señora y yo
con la atención puesta en cada cartel, cada señal, cada flecha... ¡Éramos un
equipo de alta precisión! ¿Y qué creen? Curiosamente, si intentábamos volver al
mismo sitio, volvíamos al mismo sitio. No sé si es que las ZBE están diseñadas con un malévolo efecto bumerang o es que mi
sentido de la orientación ha mutado en una necesidad urgente de pagar multas.
El caso es que espero, con fervor casi religioso, que el GPS incorpore
pronto la opción de "Evitar ZBE", aunque la ruta pase por
Albacete para ir de Madrid a Getafe.
El Jeroglífico
Urbano y el Trazado de la Locura
Seguro que pronto
aparecerá algún genio de la navegación, un "iluminado" cartógrafo,
que trace las rutas de la salvación. Un mapa secreto, algo así como el plano
del tesoro, para llegar a tu destino sorteando todas y cada una de las ZBE.
Esto se va a convertir en un jeroglífico rodante: tendrás que dar veinte
vueltas a la manzana, pasar por tres municipios limítrofes y hacer una ofrenda
a la Virgen de la Gasolina para llegar a la calle paralela donde tenías que
hacer ese trámite urgente.
La DGT, claro, no te da las alternativas.
Te dice: "O usas el autobús (y dejas el coche aparcado, como cuando vas a
la Feria, para que le dé el sol y se oxide feliz), o ¡ZASCA! Sablazo de
250 euros por cruzar una línea imaginaria."
La otra opción es el
taxi, ¡pero espera! Lo coges para ir, y a la vuelta... ¡toca otro! Al final, no
sé si compensa o si acabaremos financiando un taxi solo para nosotros.
La Invasión del Patinete y los Mochileros
Mayores
Ante tal panorama,
solo queda la opción vintage: ¡volver a nuestra querida juventud!
¿Recuerdan los patinetes? Pues han vuelto, pero ¡electrificados! Prepárense
para ver a la tercera edad en modo "Mad Max".
- En fila india, abuelos
y abuelas en caravana por el centro de la ciudad.
- Practicando el equilibrio como si estuvieran en el Circo del
Sol, porque a muchos les
cuesta guardar el equilibrio hasta en bicicleta.
- Ventaja: Si te caes, la
altura es menor.
- Desventaja: Un buen
golpe, aunque estés cerca del suelo, no es plato de gusto. ¡A comprar
casco!
Y si vas de compras,
¿cómo llevas el botín? ¡Pues con un macuto a la espalda como un escolar
que va de excursión!
Conclusión:
¿Fitness Forzado o Ahorro?
Como veis, primero nos
liaron con los bancos (máquinas por doquier), luego con los centros oficiales
(¡la firma digital!) y ahora con el patinete. No sé si quieren que nos
mantengamos en forma y alcancemos la eterna juventud a base de hacer piruetas
urbanas, o si simplemente quieren que cada uno se las apañe como pueda.
Yo, de momento, voy a
esperar a ver si algún ingeniero saca un filtro mágico, unos deus ex
machina para mi coche. Si no, quizá me veáis haciendo autostop para
entrar en la capital, reviviendo mis tiempos mozos.
Lo siento, amigos,
pero creo que mi destino es convertirme en un cazador de amistades. Toca buscar
a los amigos que se han comprado un coche nuevo limpito porque, ¡ellos
sí podrán entrar por donde les dé la gana! Y yo, de paquete, ¡claro que sí!
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