¡Alerta Roja! Las Máquinas nos Hablan y la Cortesía
Humana Está en Peligro
Prepárense, terrícolas, porque el viejo y confiable
"Muchas gracias" o "Hasta pronto" que nos soltaban en
cualquier mostrador... ¡está en peligro de extinción! Con la Inteligencia
Artificial (IA) y la tecnología pisándonos los talones, la cortesía ha
pasado a ser un código binario con un toque de voz impostada.
Y, por supuesto, si hablamos de un futuro parlanchín y
automatizado, tenemos que poner la alfombra roja a Japón, el país donde
la tecnología no camina, ¡sino que hace sprint! Allí, las máquinas no
solo te sirven, sino que también se han convertido en una especie de abuelas
vigilantes con altavoz incorporado.
El Vientre de la Bestia (Mecánica)
Imagina la escena: entras en un baño público (porque, claro,
la naturaleza llama) y, ¡zas!, te saluda una voz cordial: "Muy
buenas". Hasta ahí, todo bien, un detalle simpático. Pero la verdadera
joya de la corona japonesa llega a la salida, cortesía de la IA que ha
observado demasiadas carreras de última hora. Cuando te dispones a salir, oyes
una locución con el tono de un sargento (o de tu madre): "¡Por favor,
cierre la cremallera!" Parece que en Japón, la gente va tan disparada
que el señor de la cremallera abierta era una plaga nacional. ¡Gracias,
robot-sastre, por salvar la decencia pública!
Luego está el dentista. Pasas a la sala de espera y te dan la
bienvenida con una voz meliflua: "Bienvenido, le atenderemos
enseguida". Sales del sillón después de que te hayan torturado con la
turbina y, justo al cruzar la puerta, te desea: "Hasta pronto".
Y tú por dentro, con la boca dormida, piensas: "Sí, claro, espero no
verte en un lustro, querida IA optimista."
Despersonalización con Beneficios
Hasta las gasolineras han cambiado el chip. Antes, la
voz era grave y profesional: "Está usted repostando gasolina de 90
octanos", seguido de un "Gracias y buen viaje".
Ahora, la voz te da la temperatura y el estado del tráfico, como
si fuera tu copiloto robótico que te regaña por no haber mirado el móvil
antes. ¡Y pagar! Pones la manguera, metes el número de surtidor en una caja que
te escupe el cambio, mientras el empleado... ¡está reponiendo las estanterías
de chuches! Claramente, las máquinas tienen mejor ojo para el dinero que
para la gominola.
Y ni hablar de la cita médica. La máquina te pregunta,
te da la cita, y si quieres, puedes seguir charloteando con ella como si
fuera tu vecina cotilla del cuarto B. Ella tiene "carrete para rato",
tú solo esperas que se le acabe la batería.
Hoteles... ¿O Un Desembarco de Terminators?
En los hoteles japoneses modernos, la cosa es de ciencia
ficción pura:
Persianas: Olvídate de los botones. Dices "Subir las
persianas" y ellas, como sirvientas obedientes, lo hacen. Solo falta
que te pregunten si te apetece un té.
Recepción: Un robot que habla 120 idiomas (¡ciento
veinte!) te hace el check-in. Le enseñas el pasaporte y él te suelta la
tarjeta-llave. Es más eficiente que un humano y, lo mejor de todo, no te mira
mal si llegas despeinado.
Restaurante: Otro robot te pide la tarjeta de la habitación con una
cortesía mecánica.
Teléfono de la habitación: No hace falta descolgar. Simplemente pides lo que
quieres y te conecta con el departamento adecuado. ¿Y si no hay humanos
disponibles? No te preocupes, te desvía a un contestador robot para que
la conversación sea 100% automatizada.
En resumen, la tecnología sigue su marcha triunfal, apartando
a profesionales y haciendo que todo parezca más... despersonalizado.
Pronto, nuestra única interacción social será discutir con un robot porque te
ha cerrado la cremallera del pantalón.
¿Llegará el día en que un robot nos ofrezca un "abrazo
virtual" en lugar de un "gracias"? La verdad es que, entre la
eficiencia y la vigilancia de cremalleras, el futuro está siendo una comedia
involuntaria.
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